Un pueblo, un imperio, un líder. -Adolf Hitler
Esta frase fue una de las más usadas en la Alemania nazi. Al principio, puede parecer solo un lema político, pero cuando uno la piensa bien, se da cuenta del fondo tan peligroso que tiene. Lo que está diciendo es que todo el país debe ser uno solo, pensar igual, seguir al mismo jefe, y no cuestionar nada.
El problema es que cuando un gobierno quiere que todos piensen igual, lo primero que hace es eliminar a los que piensan distinto. Y eso fue lo que pasó en Alemania en ese tiempo. Se persiguió a millones de personas solo por tener otra religión, otra forma de ver el mundo, o simplemente por no encajar en lo que el gobierno consideraba “correcto”.
Pensar que un solo líder tiene siempre la razón y que todo el país debe seguirlo sin criticar es muy peligroso. En una sociedad sana, tiene que haber espacio para pensar distinto, para opinar, para decir "esto no está bien". Pero el nacionalismo alemán no dejaba lugar para eso. Si no estabas con ellos, estabas contra ellos. Y si estabas contra ellos, eras enemigo.
Lo más triste es que muchas personas apoyaron ese lema porque sentían que Alemania necesitaba orden y fuerza después de la crisis. Pero no se dieron cuenta de que ese orden se estaba construyendo sobre la exclusión, el miedo y la violencia.
Hoy, ver esta frase nos tiene que hacer pensar. Está bien sentirse parte de un país y querer lo mejor para él. Pero cuando ese sentimiento se convierte en odio hacia los demás, cuando se empieza a decir quién merece pertenecer y quién no, ahí es donde todo se descontrola.