“El crack no solo hundió la economía, también rompió la confianza.” — Frase atribuida a varios analistas de la época (resumen del impacto de 1929)
A veces me pregunto cómo debe haber sido vivir en un mundo que parecía avanzar rápido, lleno de cosas nuevas, y de pronto, sin aviso, se viene abajo. Eso pasó entre las dos guerras, en un periodo que para mí ya no suena tan lejano como antes.
Imaginate estar en los años 20, trabajando, ganando plata, viendo cómo todo crece. Autos, radios, fábricas, ciudades. Como si nada pudiera salir mal. Pero en 1929, todo explotó. La bolsa de Nueva York se desplomó y la economía mundial se hundió. Gente que tenía trabajo quedó en la calle, muchos perdieron su casa, sus ahorros, su vida entera.
Y ahí es donde esta frase me tocó: no fue solo una crisis de dinero, fue una crisis de confianza. Y eso pesa más de lo que parece. Porque cuando uno pierde la confianza en que las cosas van a mejorar, en que mañana va a estar bien, todo se vuelve más difícil.
Me di cuenta de que la economía no es solo un tema para expertos. Es algo que, cuando se rompe, afecta a todos, aunque no sepas qué es el mercado de valores. Y en ese tiempo, el miedo fue tan grande que muchas personas empezaron a creer en líderes que prometían orden y soluciones fáciles, aunque fueran peligrosas. Eso ayudó a que aparecieran cosas como el fascismo o el nazismo.
Yo antes pensaba que la historia económica era aburrida. Pero ahora veo que en el fondo es la historia de cómo la gente vive, se levanta o se cae. Y de cómo las decisiones económicas pueden cambiar la vida de millones.