El último soldado medieval del siglo XX
Mad jack
John Malcolm Thorpe Fleming Churchill, más conocido como “Mad Jack”, fue uno de los personajes más sorprendentes, valientes y extravagantes de la Segunda Guerra Mundial. Nació en 1906 en Inglaterra, y desde joven ha destacado por tener un carácter único, marcado por el espíritu aventurero, el humor y una extraña mezcla entre tradición y locura. Cuando estalló la guerra, se proclamó oficial en el ejército británico, pero lo que realmente lo hizo destacar no fue su rango, sino cómo decidió luchar: con una gaita escocesa, un arco largo y una espada Claymore, como si se tratara de un guerrero medieval en pleno siglo XX.
Durante el desembarco de Normandía todos los soldados llevaban rifles y granadas, mientras que Mad Jack desembarcó tocando la gaita y equipado con un arco y una espada. Justo después, sacó su enorme espada y cargó gritando contra los nazis. En otra operación en Francia, utilizó su arco largo y mató a un soldado alemán con una flecha, lo que lo convirtió en el último soldado moderno en matar con arco en un combate real. Él tenía un aprecio muy grande a los antiguos guerreros y quería conservar el honor y elegancia que poseían. Por eso, solía decir que “un oficial que va a la guerra sin su espada no está adecuadamente vestido”, una frase que traduce a la perfección su visión hacia la guerra: el combate no debía ser solo brutalidad y violencia, sino también una forma de mantener el espíritu caballeresco y tradicional en medio del caos con un toque de humor.
Pero su valentía no acaba ahí. En una misión en Yugoslavia fue capturado por los alemanes y enviado al campo de concentración de Sachsenhausen, en Berlín. No obstante, logró escapar cavando un túnel junto a otros prisioneros. Fue capturado de nuevo, pero eso no lo detuvo. Ya que más tarde, consiguió escapar por segunda vez y recorrió más de 150 kilómetros hasta alcanzar a las tropas aliadas. Incluso en esas condiciones, no dejó de tener una actitud positiva. Era conocido por su valentía, pero también por su actitud optimista y casi humorística ante la guerra. De hecho, cuando se enteró de que Japón se había rendido y la guerra terminaba, se quejó diciendo que “si no hubiera terminado, podría haber seguido luchando diez años más”.
Tras la guerra, Mad Jack no dejó de hacer cosas. Se convirtió en instructor de surf en Australia, y trabajó como extra en varias películas de Hollywood. En bodas y eventos tocaba la gaita, siempre fiel a su estilo único. Su vida no fue sólo la de un soldado, sino la de un personaje legendario que parecía salido de una película de fantasía. Su frase más conocida resume perfectamente su carácter: “Si no es una locura divertida, no es para mí”. Con ella, dejaba claro que solo le interesaban los desafíos fuera de la rutina, que fueran intensos, atrevidos y únicos. Era su manera de vivir, reír y luchar, todo al mismo tienpo.