Esta frase resume cómo pensaba Mussolini y cómo funcionaba el fascismo en Italia. Para él, el Estado lo controlaba todo: lo que se decía, lo que se enseñaba, lo que se pensaba. No había espacio para tener una opinión diferente o cuestionar lo que se hacía desde el gobierno. Al leerla, uno se da cuenta de lo peligroso que es cuando un gobierno se pone por encima de las personas. En lugar de proteger a la gente, empieza a controlarla. No hay libertad de expresión, no hay derechos, y quien se opone es callado o castigado. Eso fue lo que pasó en Italia en esa época. Pensar distinto no debería ser un problema. Una sociedad sana necesita que haya ideas diferentes, discusiones, libertad para opinar y para criticar. Pero bajo el fascismo, todo eso desaparece. Y cuando eso pasa, se pierde la democracia y los derechos más básicos. Esta frase de Mussolini no es solo parte de la historia. Es un recordatorio de lo que puede pasar cuando el poder se concentra demasiado y no hay límites. Por...