¿Cómo afectó la figura de Rasputín a la caída de la monarquía rusa?

 Rasputín fue como la gota que colmó el vaso en la Rusia zarista. No es que él fuera el único culpable de la caída de la monarquía, pero su presencia hizo que todo se viera aún peor. El país estaba en plena crisis, la Primera Guerra Mundial estaba destruyendo todo, la gente pasaba hambre, y mientras tanto, la familia real confiaba en un tipo extraño, sucio y con fama de borracho y mujeriego. ¿Cómo no iban a perder la poca credibilidad que les quedaba?

Lo peor es que, aunque la zarina Alexandra realmente creía que Rasputín ayudaba a su hijo, la gente no veía eso. Lo que veían era que este tipo tenía demasiado poder y que, de alguna forma, estaba manipulando a la familia real. Eso solo hizo que la gente odiara más a los Romanov, como si ya no tuvieran suficientes problemas.

Cuando un grupo de nobles decidió asesinarlo en 1916, pensaron que con eso iban a salvar la monarquía. Pero ya era demasiado tarde. La imagen de los Romanov estaba tan dañada que nada podía arreglarlo. En 1917, la revolución terminó con todo, y el zar Nicolás II tuvo que abdicar.

Para mí, Rasputín no fue la causa de la caída del zarismo, pero sí el reflejo de lo mal que estaban las cosas en Rusia. Fue como el símbolo de un sistema roto, de un imperio que ya no tenía arreglo. Su historia es de esas que parecen sacadas de una película: un simple campesino que llegó a lo más alto, rodeado de escándalos, conspiraciones y un final trágico


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Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado.