Lo que nunca se debe repetir

 

Lo que nunca se debe repetir

Auschwitz fue el mayor y más cruel campo de concentración creado por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Este escalofriante complejo, construido entre los años 1940 y 1942, estaba situado en la antigua Polonia ocupada por los nazis. Este lugar se convirtió en el núcleo del genocidio mundialmente conocido como el Holocausto y fue clave para llevar a cabo la “Solución Final”, el plan nazi de asesinar a los judíos de Europa. En sólo cinco años, más de 1 millón de personas fueron asesinadas allí, la gran mayoría de ellas eran judías, aunque también fueron exterminados polacos, gitanos, prisioneros de guerra soviéticos y homosexuales, entre otros. 


Para empezar, Auschwitz estaba dividido en tres partes principales: Auschwitz I fue el primer campo que se construyó, en el que se encontraba la sede administrativa. Allí se realizaban torturas, fusilamientos y experimentos médicos. Auschwitz II-Birkenau, que fue construido más tarde, fue el campo que más sufrimiento acogió. Tenía enormes cámaras de gas camufladas como duchas y crematorios, donde se quemaban los cuerpos para hacerlos desaparecer. Por último, Auschwitz III-Monowitz funcionaba como campo de trabajo esclavo. De hecho, varias empresas alemanas, como IG Farben, una empresa química, aprovecharon la mano de obra gratuita de los prisioneros.


El funcionamiento del campo era aterrador. Al llegar en tren, los prisioneros eran seleccionados por médicos nazis. Uno de los más destacados es Josef Mengele, conocido por sus crueles experimentos con niños, gemelos y personas discapacitadas. La mayoría de los recién llegados ni siquiera pasaban al interior del campo, sino que eran conducidos directamente a las cámaras de gas donde los alemanes les engañaban las víctimas prometiéndoles que eran duchas. A los prisioneros con mejores condiciones físicas les dejaban vivir unas semanas más, pero eran obligados a trabajar en minas, fábricas e incluso dentro del propio campo. Aparte de sufrir desnutrición, frío constante y cansancio, a los prisioneros se les rapaba el pelo, se les quitaba la ropa y se les tatuaba un número, el cual de ahora en adelante iba a ser su nombre. 



Actualmente, Auschwitz está inoperativo. No obstante, el campo se ha reconstruido en un museo y está permitida su visita con el objetivo de educar y recordar. Los visitantes pueden ver exposiciones con fotos, documentos y objetos personales de los prisioneros. Lo más sobrecogedor es ver los nombres y rostros de quienes murieron, muchos de ellos niños. Uno de los testimonios más conmovedores y conocidos es el diario de Anne Frank, una niña judía asesinada en Auschwitz-Birkenau, que dejó escrita la historia de su corta vida antes de ser capturada por los nazis.








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